viernes, 26 de enero de 2007

¿Es tan difícil que a uno lo dejen en paz?




Estimados lectores, desde hace mucho vengo pensando que últimamente se está llevando a cabo una acción terrorista contra la ciudadanía española, en concreto, y global, por contextualizar un poco el texto en el mundo en el que vivimos. A diario encuentro cócteles molotov en cualquier sitio de mi ciudad, a veces incluso, he de confesar, en mi propia casa.
Sin ir más lejos, el otro día me prestaron un libro, en concreto, me lo prestó mi pareja, a la cual prefiero mantener en el anonimato debido a que con acciones como esta se reafirma cada día más como un útil sexual. Uno de sus libros preferidos, por el bien de mi salud, los deportes de cama son los únicos que práctico, tenía que leérmelo, de esta no me escapaba, ¿por qué no fuimos esa tarde a merendar con sus padres?
La institución de la pareja es de un carácter muy débil y se basa principalmente en dos factores:
a) el desconocimiento del otro que le permite ser la persona que a ti te gustaría que fuera;
b) la atracción sexual que puede sustituirse por otro tipo de derivados en función de los traumas infantiles de cada uno;
Cualquier intento de indagar más en el otro resulta un fracaso estrepitoso que concluye cuando el uno, celosos de su vida, construida en años de búsqueda de la máxima confortabilidad, resuelve poner punto y aparte a la mal llamada “relación de pareja”.
Desgraciadamente no todo el mundo tiene el mismo sentimiento de autorrealización consigo mismo, y por tanto dependen de otro para sentirse completo, lo que le impide desarrollar su potencial individual al cien por cien convirtiéndose en una lacra más.
El individualismo feroz, del que me hago participe, resuelve que sólo te has de comunicar con los demás cuando éstos puedan cubrir una necesidad que de otra forma te sería más costosa cubrir. Este planteamiento me llevo a residir en casa de mis padres hasta bien entrada la treintena. Comida, servicio de habitaciones, lavandería.... son muchos los servicios que tenía garantizados. Esto se truncó momentáneamente cuando una zorrita periurbana, exigente para más inri, se cruzó en mi camino.
Este episodio, que no tuvo más trascendencia, se solventó con una residencia compartida, entre semana en casa de mis padres, el fin de semana un estudio de soltero, una VPO con plaza de garaje y trastero de un estilo minimalista –no me gusta que mi madre trabaje mucho cuando viene a arreglarme el pisito.
Volviendo al tema que nos ocupa, llegué al momento de “cariño, léete este libro, me encanta”, que en verdad quiere decir “para que me comprendas mejor y entiendas como siento tienes que leerte este libro porque a mí me gusta, recuerda que cada día tendrás que ir pareciéndote un poco más a lo busco para que me sienta realizada, dado que yo sola no puedo” acompañado de un “no te preocupes si no te gusta”, que traducido es “espero que tengas la suficiente sensibilidad para reconocerme en él y saber apreciarlo”.
El caso es que uno, pese a su fuerte estructuración social y mental, finalmente trata de acercarse a mundo nuevos aún inexplorados, no por tratar de comprender mejor a nadie, sino buscando la sustancia de una publicación que si bien lleva tanto tiempo en el mercado será por algo y de pronto se encuentra con... cómo expresarlo, una bazofia mediocre que podría haber escrito cualquiera sin invertir mucho tiempo, tan sólo es necesario recurrir a una patética emotividad romántica y un poco de filosofía barata, que para darle más glamour es oriental. Tres días más tarde volvimos a quedar, cuando nos vimos no sabía que decir, tenía una clara idea en la mente así que la dije sin más: “¿nos vamos a la cama?”, así es más fácil.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tio guapo enhorabuena por este pedazo de blog, me reio un buen rato con tu sentido de la ironía crítica, solo desearte larga vida en la red y que nos sigas contando muchas más historias.
de sergio para JL